viernes, 13 de marzo de 2009

Veraneo


Incólume
se presentaba el verano
en un altercado invariable
de deseo y tedio
tras cada esquina
de uno mismo.

Nada perturbaba
el asunto mediocre
de los días sin noticias
el veraneo anodino
de postales sin esmero alguno
y la salsa sin aguante
de las fiestas de los pueblos
único baluarte noticioso
de lugares sin nombre.

Con poca ropa
llegaban las mujeres
al punto álgido del sexo
entre piscinas sin fantasía
y un vendaval transparente
de novios afeitados
lencerías al acecho
y autos muertos cómplices
en la madrugada.

Nada era nuestro
ni el tiempo
en su caída permanente
ni la sonrisa parapléjica
de los famosos asolados
en sus playas de sílice.

No estábamos allí
más de lo que debiéramos
prostituidos en el paso lento
de un calor sin forma
con el rostro bastardo
de un verbo muerto.

Siempre era tarde
para besar inconsolable
los labios del otoño
y el sueño del invierno
para nunca jamás.

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