Puedo ver
la errática presunción de estar vivo
y la escudería de tu cuerpo
en la náutica de tus besos
Sendas transitadas por la furia
del futuro
en aquellos los patios de la juventud
Ahora
todo está en pie de guerra
la barbarie es cotidiana
y el perdón
ha quedado colgado
en la penumbra del olvido
Éramos jóvenes
arrastrados en la estética del amor
y el único invitado obligado
-el dios primario de todas las cosas-
no ha llegado.
Tengo miedo
de la miseria de los discursos
y sus discutibles cimas de muertos
una y otra vez.
Cruzo la sonrisa de los niños
la atravieso y me siento fértil
hasta perecer
(Dedicado a Anna Ajmátova)