jueves, 25 de agosto de 2011

Arde el invierno

Arde el invierno
en las uñas abrasadas de la juventud
y ciertas distancias atravesadas
hablan de flores y ortigas
en las cánulas desechables de los sanatorios.

Todo ha ido cambiando
excepto yo
huido de los espejos ajenos
en la huella catenaria
de los vientres de las amantes.

El tiempo
tiene el olor liviano
de la madera nueva de los ataudes
y la soledad de los parques
exhala un perfume
de orines retenidos
en los cuerpos deformes de la vejez

2 comentarios:

SIL dijo...

A veces los inviernos arden más que el propio infierno.
Sobre todo cuando nos identificamos tanto con la reflexión de la segunda estrofa...

Un abrazo.


SIL

alberto jimenez dijo...

Pues sí
hay caminos bien definidos por la especie, verdad....