El camino ha desaparecido
No hay marcas en la madrugada
que delaten nuestra presencia
ni nuestros cuerpos buscan
el calor de lo perceptible
Sólo queda
la sensación de estar vivo
perenne y extendida
en los surcos repetidos
una vez más, de la soledad
Una luz invisible
aterriza en mí.
Y cierta ausencia
se amplía sin rutina conocida
en los huecos cóncavos
de los espejos desfigurados.
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