y ha entrado el día
y una llama de luz
que arrastra el flujo siempre esperado
de tu cuerpo en la mañana.
Me veo tan poco
la perfección del día
la pendiente de tu cuerpo
en los alambiques del deseo
la presunción de la vida
tontamente labrada en este poema
Nada puedo decir.
Sólo esperar alegremente
el aterrizaje perfecto
de este cuerpo habitado
en el desierto de la nada
La palabra
transpirará entonces
en la mirada vertical
de los libros olvidados
y yo estaré tal vez
enquistado y liviano
en los tubos de tu memoria
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