miércoles, 14 de enero de 2009

Exilio

A veces
me exilio de mi mismo
residuo de algún combate cercano
fragmentos de poemas destruidos,
más allá de donde
la palabra ardiente
me pueda encontrar.

Quisiera saber entonces
cuantos dientes
tiene la muerte
en su boca arpía.

O conocer
tierra adentro
si el alma sin nombre
se inmuta cambia
al paso trivial de los muertos.
Como la luz
que cruza cercana
y nos lleva la mirada.

Es mejor
no saber nada
y entrar como los locos
en una melancolía sin retorno.
Ser espora
sin rumbo en medio de la nada.

Poco bueno
ha dado el mundo,
poco bueno a de dar.

Voy a volver
al trazo de la palabra
para sentirme vivo
una vez más.

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