domingo, 1 de marzo de 2009

Geología de España


Yo, de España
siempre supe poco.

Me sorprendía de niño
el ronco crepitar de los vasos
sobre la mesa puesta
al paso de los trenes de carbón
y el vaho visitante de los cristales
en la lengua del invierno.

Se soñaba apresuradamente
en los pupitres infantiles
alguna conquista sin tregua
el olor a incienso de las sotanas
y el sexo sin fortuna de los ángeles.

Tan extranjero era
de todo aquello
que otros libros extraños
me truncaban la cabeza
entre juegos de desvanes
y niñas sin cortesía.

La vida del pastizal autóctono
siempre pasó sin atención
bajo mi higuera de melancolía.

Y su relatorio
espejismo insatisfecho
aburrido pastoso y sin seña
de la historia mil veces comentada
se replanteaba y relamía
como un niño aburrido de haber nacido
pedazos de razas y esencias
bisturís cortando míticas tierras
y un maratón de banderas sin pleitesía.

Por higiene
sin mucha alevosía
me arrimaba tímido
a los nuevos tiempos de ocasión
democracia de aluvión
con pasquines a todo trapo
y el corazón en alto
de algo nuevo por llegar.


Ahora ya
ungido por la distancia
tengo la culpa de no haber sido
y desde este trono vacío
de la otra españa
abismo de nostalgia hechicera
remiendo descosido del desposeído
puedo decir y pienso
de esta tierra de trigo y vino
que haber sólo hay una:
la de fuera.

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