
Uno puede jugar
hacer abalorios distraídos
saltar al tres en raya
por los senderos del azar
o acarrear la broma
tras las esquinas del deseo,
sin cruzar el caparazón acuoso
del corazón.
Nada hay
más peligroso
que el paraíso indómito
brutal imprevisto paquidérmico
de este músculo atrapado.
la vida
fluye a veces
sin paradas de corazón.
No hay comentarios:
Publicar un comentario