Hay una nueva generación de palabras
que se articulan valientemente
sobre el suelo mediocre
de la cotidianeidad.
La tempestad del mundo
- antes era el cielo por todas partes -
nos llega con sus abismos
de supermercados en vertigo permanente
y el internet más endiablado
nos llena de sonidos agotados
en el día mismo de su nacimiento
Toda va tan rápido
como si el tiempo corriese sobre si mismo
y pareciéramos más veloces todavía
y ni la desnudez nos importase
ahora que ya no hay voces disidentes
En esta sopa agotada de cuartel
con el asombro extinguido por bandera
el hormiguero suena desconcertado
en un ronquido de saludo moribundo
Los últimos encefalogramas
- casi planos -
de una sociedad abastecida
inmune ya a guerras lejanas
y desiertos desconocidos
nos marcan un rumbo insólito
de vergüenza y conocimiento
al mismo tiempo.
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