En los felatios más sencillos
de la cotidianeidad,
mas allá sin duda
de los mejores retablos del deseo
y sus poses acabadas
Ahí donde las parejas
soportadas tras sus silencios
viajan desnudas -seguro -
en los valles más diáfanos
del sexo bien entendido.
Los cuerpos, ajenos
nada saben del movimiento
atropellado de tanto pelo
ni de los sentimientos
arrinconados y variopintos
de mil poemas en procesión.
Promesas horizontes hermosura
y otras palabras al viento.
Al final quedan ahí
tendidos como osamentas
- usados y engrasados para la siguiente -
en los cementerios mas humildes
de cualquier alcoba
en los veranos más ardientes
de toda edad pasajera.
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