He visto hombres
llegar cercanos de matar otros hombres
con la piel de supuestos dioses
pegada a su mirada de ébano
Había un andar genital
primitivo y osado
en el caminar de la patrulla.
Había un sol tumbado
que expiraba al día siguiente
como los mejores muertos
Y no tuve nada que perder
excepto la vergüenza
Y la palabra cobarde
permanecía atrapada
en la sorpresa de tanta infamia
Y ahora
tengo miedo
que el olvido lo cubra todo
sus osamentas de niños grandes
y mis sueños de cortas palabras.
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