Pertenecemos sin pensarlo
al obligado estigma
de los próximos días
aunque algunas veces
la corriente de tus brazos
y el porte escondido de tus piernas
me lleven más allá
de todo lo creíble
El fermento maligno del mediocre
censura cualquier sonrisa
y muchas palabras saturadas
se lanzan dirigidas
en la sopa de la envidia
Los cuencos de la memoria
se van llenando de lenguas basura
y llegan con su metástasis diaria
de olvido y perdón.
Afortunadamente.
Sólo el deseo alquilado
o la postura obligada
de los cuerpos desnudos
en nuestro contrato de amor
me hacen pensar
que los pájaros han soñado con nosotros
en la última lluvia sin freno
Ellos saben volar
nosotros también
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