Tenía un amigo
que guardaba las sombras
en tarros de vidrío transparente
Sombras de cualquier tipo
de bomberos en acción
niños en juegos sin temor
o jubilados sonrientes
en bancos estáticos sin expresión
En su sotano
con una luz ultravioleta
marginal y estriñida
nos sentábamos a ver estos seres
prisioneros y lentos
como moluscos prehistóricos
Se adherian al vidrio
buscando la luz macilenta
queriendo morir ya de una vez
y nos lanzaban burbujas sin sonido
desde sus pensamientos abisales.
Tal vez nos amaban
sin conocernos todavía
o querían ser adoptadas
por nuestros contornos
y surcar de nuevo plazas y mercados
en el simple abismo de todos los días
estos animales de un instante
permanecían disecados
en estos escaparates con etiqueta
- fecha y referencia de la captura
así como grado de luz de aquel día -
como bolas de ambar
vivas y aseadas todavia
en formas cambiantes
según nuestra mirada.
La sombras pérdidas enteramente
de los difuntos conocidos
flotaban en los cuellos de los envases
pidiendo libertad
y emitían una luz amarilla
de lenta agonía
- disidente y melancólica -
a la espera de ser adoptadas
por la eterna oscuridad
Yo me las llevaba
como palomas enfermas
en mi retina de metal
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