si el devaneo de tus piernas
y el triste calambreo de tus manos
viene a raiz
de mis palabras,
y si la mudanza de sentimientos
de ser posible
nos dejará tendidos un día
en la estela mal aprendida
de cierto momento desconocido
No respondas.
Deja que los estímulos más primarios
y el convite de las miradas
se lleven todo el embrujo
a los salones sin horizonte
de cierto amor encalambrado.
Hoy he nacido torpe
y en los pucheros del silencio
hay un sabor de tristeza inevitable
que surca los comedores
y reposa molesto y pesado
en las plazas de mi infancia.
Ya lo siento.
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