sueño en un festín ciego
de hormigas inocentes
en los cartilagos desnudos
de los cadáveres sin nombre.
Y mientras
aparecen sombras de mercurio
en las pupilas de los homicidas
como si una luz primitiva
se clavase en la nieve más pura
y engendrase sangre
importada de las cavernas
más olvidadas.
Sólo el silencio
ha podido completar
tanta desolación.
Los pájaros
han enfermado
con la sonrisa de las serpientes
y yo tengo frío
en el descenso advertido
de tanta tristeza
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