que el mundo está unido
por miles de kilómetros
de conductos fecales
y desagües eternos
Y que la tierra
lo va digiriendo todo
pacientemente.
Como si de un tubérculo milenario
se tratase
todos quedamos unidos
en un sedimento execrable
y la gran telaraña desconocida
se abre paso entre líneas de metro
y conductos telefónicos.
Todos estamos conectados
en el feliz acto
de cierta desaparición orgánica
voluntaria y necesaria.
De momento
los cementerios han sido respetados
en la gran digestión
y los traseros más ciegos
emiten sonidos guturales
en una procesión de lenguas
que conectan asperamente
las cavernas de Lucifer
y los urinarios papales en procesión
La gran red olvidada
se revela a veces
lanza un tentáculo invisible
sobre las aseadas avenidas
y monta revoluciones desprogramadas
en los relojes de los gobernantes.
Abajo
todo permanece
sin espera
sin pausa
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