de no volver a escribir
mañana o pasado mañana.
De que el cerebro
se comprima como una pasa arrugada
y que la mano ceda inconsciente
animal y equivocada
en un onanismo repetido
Y la locura
desnuda y al acecho
me convierta en un muñeco
tras la ventana de la cordura.
Todo puede ser
y nada ha sido programado
en los semanarios industriales
de la creación.
Dios
juega a los cromos
en los suelos congelados
de los patios infantiles
y los niños
han aprendido últimamente
que las sonrisas de los santos
son ficción de un día
y pan para mañana
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