
A veces ocurre
que somos náufragos
del momento poético
Lanzados sin compasión
a la deriva de un centenar de palabras
que se comen sin respeto alguno
en un papel marítimo sin borde alguno
y nosotros intentando colocarlas diestramente
en un poema miserable.
Nada hay más comprensible
que hacerlas callar
y que hablen una a una
en un orden establecido
Y luego el mar, escucharlo
en su bramido de larva olvidada
volver a la soledad merecida,
y olvidarlas entre los silencios
mas trágicos que bien se pueda
antes incluso de que algún ingenuo
tenga el lúcido atrevimiento
de leerlas con respeto.
Y que no vuelvan.
No hay comentarios:
Publicar un comentario