
Puedo recorrer
la geografía de tu cuerpo
sus idas y venidas
subidas y bajadas
con mi lengua permitida
desde los lugares más sombríos
a los más álgidos promontorios
como si fuera un cangrejo
enfermo y deslumbrado,
última entraña
de un amor pasajero.
Qué puede saber
el mar y su légamo prohibido
de un crustáceo solitario.
Nada
sencillamente nada
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