
Nada hay que perder
cuando uno esta muerto
ni siquiera el recuerdo.
Y cuando un olvido liviano
ya lo cubra todo
y solamente quede
una referencia raquítica
en un libro de nacimiento
y ya los huesos
ni sean tierra
y perdure estático
un rostro anónimo
de las fotos del pueblo,
y nadie sepa los nombres
ni las vidas cotidianas
de semejante vestimenta de cartón.
Cuando todo eso ocurra
y tú nada puedas saber,
cuídate bien
de haber pasado por estos senderos
sin grandes triunfos
algunas buenas obras
y una risa sencilla
como esto que te muestro
Por si acaso
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