
Antes de cualquier chapoteo del sexo
un beso leve
como una hoja cayendo sin voluntad
puede venir bien.
Alguna palabra
y el roce de una mano
en los caminos más curvos
sobre un aire impermeable
que nos arrastra irreverente
tampoco debe faltar.
Todo lo demás
horizontalmente vendrá al paso
y enmarcará en algún esfuerzo
aquel deseo que nos imaginaba
Pero si no sientes
en el trasluz de la pupila
y en el trajín de tanto cuerpo dilatado
la llamada visceral de algo eterno,
como si todo se hubiera parado
y un espacio embebido nada delimitase
y las palabras no sirvieran ni de consejo
y todo fuera olvido por momentos.
Si no es así,
dedícate al estudio de las anémonas
o escribe un manual de alquimia
sobre el mundo de los actínidos.
Nos irá mejor
seguro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario