Apoyados
en los muros más hábiles de tu memoria
allí donde el olvido
veranea inconsciente
y los almendros reunidos
han olvidado rostros y preguntas
en la desnudez de las madrugadas
Por allí,
hemos viajado sin esperanza
tras las manos atadas de la inocencia
y sorprendidos estamos
del vacío esmerado
en los cuencos de la pobreza
y de la fraternidad animal
en las noches de lluvia.
El horizonte
ve el vuelo lento de los pájaros
y los cuerpos giran y caen
en la desaparición programada
de un dios cuestionado
en los neones de los supermercados.
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