En los apéndices de la memoria
y sus anales de horror permitido
he encontrado cementerios sin muros
y lagartos descansando
en las tumbas más blancas.
He pegado mi oído
a la tierra fresca
y la eternidad más desnuda
me ha recordado
cierta felicidad suficiente.
Voy a dormir un poco
en los fragmentos de esta locura
ahora que la palabra
sigue corriendo prisionera
en el jardín de los sueños.
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