
Despojémonos de todo aquello
inservible y añadido,
los vestidos y su triunfante presencia
las sonrisas y su gran apariencia
e incluso podemos tirar
sin daño alguno
las deudas y promesas.
Incluso
saquemos huesos
estiremos pieles
y vaciemos vísceras
junto con cartílagos
y traviesos tendones.
Nada va a quedar
ni la lengua impertinente
ni el recuerdo preciso
del acta de nacimiento.
Pequeño y olvidado
compañero de tanto polvo,
el poema
queda estático y asustado
sobre el mantel de la memoria.
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