
Los rincones más lóbregos
más oscuros y olvidados
donde se tortura y agrede
por el simple hecho
de eliminar muñecos
o aprender el oficio
ya pasaron los límites
de toda soberbia del hombre
y de la única humildad de dios.
Si existe, claro.
Nunca la mirada de un asno
puede hilar tanto servicio
a no sé qué comunidad idea
o simplemente sueño patrio
en medio de la locura.
Ahora ya
luctuosos viejos y enfermos
esos generales ministros guardias
fantoches de foto amarilla
y oportunistas del momento
no pueden leer sus discursos
edictos y sentencias
ni rendir cuentas
de aquel horror sin tregua.
Es el anverso
de una triste moneda.
Sólo la verdad
puede alojar algún consuelo
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