sábado, 27 de noviembre de 2010

El desnudo impecable de una mujer

La palabra desciende
por las pendientes de la razón
acompañada de cierto encanto
en las mañanas rutinarias de los parques
o se prostituye cabalmente
en los informes diarios
de balances e indicadores

En algunas ocasiones
gira solitaria
en los saltos capitulares
de las mejores novelas
o se suicida lentamente
en la sencillez de las ecuaciones

Pero el poema
nace muerto
en mil variaciones de palabras
en multitud de combinaciones
arrastradas hasta la locura
en madrugadas imposibles.

Y despierta abruptamente
en el sonido rupestre del sexo
allí donde el aliento de los perros
ha dibujado sin saberlo
el desnudo impecable de una mujer

La caída
de semejante artilugio
traza abismos
en el vacío permitido
de las parábolas mejor dibujadas.

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