el grito del abandono
en las barbas solemnes y puras
de la desaparición.
He puesto mis heridas
a secar en los soles infinitos del tiempo,
desnudas y manifiestas
en la virtud del invierno
en este momento prohibido
para quemar la memoria.
Han surgido lentamente
las palabras subterráneas
en la limpieza esmerada de los desiertos.
Y las habitaciones
se van llenando rápidamente
de labios adolescentes
y sólo la ternura sabe
de los abismos de la impotencia.
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