de que voy muriendo
cada mañana
y escribiendo tibios poemas
en los momentos mudos de la noche
nunca puedo saber
si amaste lo que yo amé
El sueño inclinado
de los juncos en la madrugada
o la espera imposible
de aquellas mil lunas
en nuestro sello de besos
desnudos hasta el final
Recuerdas aquellas rutas
llenas de palabras y consejos
en la madrugadas hostiles
de nuestros sueños
Recuerdas nuestras manos
inertes en los cuerpos de vidrio
de amaneceres sin nombre
en la postulación del deseo
Han quedado atrás
tantos y tantos silencios
encalambrados con pasión
en las partículas del sexo
Ha quedado adelante
un historial decadente
de presuntos inocentes
leyendo estas palabras
que no les llevarán jamás
al festín de nuestros secretos
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