de las máquinas de la guerra
se han vestido de gala
los mejores desiertos
Allí donde una luz
pesada y obsoleta
recorre las úlceras más exquisitas
de todas las derrotas
Nada hay comparable
al nutrido pensamiento
de los lagartos en le estío
y nadie sabe todavía
si las sombras han comenzado
un viaje de cuerpos olvidados
sobre las líneas posibles
de la resurreción elaborada
de los infames
Las mejores arenas
hacen cábalas y juegos
sobre los dispensarios luminosos
de la vergüenza
La carnes
van perdiendo cartílagos
en la ceremonia programada
de los heroes ya sin causa
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