En el tratado de la extinción
la poesía lapidaría de los bobos
busca incansable
la sombra marítima de la hembra
y la geografía imaginaria
de los estratos de la tierra.
Ahora ya sabemos
que hemos arrastrado las guerras
a los desiertos más puros
allí donde la piedra y el alacrán
se hacen compañía
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