He descendido al saludo del vértigo
y he sentido maléfico
el aceite en las máquinas de la tortura
y la espera del reo
en la humedad de las celdas
Han llegado
los números de la pobreza
a llenar la holgura sonriente
de las dentaduras de la riqueza
La noche
se ha estrellado una vez más
con la paridad de la mentira
y una vez corregida y repetida
la verdad se distingue
en los caminos de la vergüenza
Y yo sólo creo
en el mundo equivocado
que nos han parido.
Y ya todo da igual
Sólo la humedad de la carne
permanece
en los patíbulos del deseo.
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